Causa y no causa


Existen muchos conceptos erróneos y rumores sobre lo que causa y no causa la enfermedad:

La dieta. Hasta hace poco se consideraba que en el empeoramiento del acné desempeña un papel importante la alimentación, en concreto ciertos alimentos como: el chocolate, las patatas fritas o el azúcar, entre otros.

 Sin embargo cada vez más son los hallazgos científicos que demuestran que esto no es cierto. No obstante estos alimentos son ricos en grasas, lo que favorece el aumento de las secreciones sebáceas, y por tanto podrían empeorar el acné si éste está ya desarrollado.

 En consecuencia, aquellas personas que ya sufren de acné se les recomiendan ciertas normas de higiene dietética, que, aunque no se considera un tratamiento como tal contra el acné, ayuda a no empeorar su evolución.

El consenso entre los profesionales de la salud es que quienes padecen acné deberían observar y hacer pruebas con su dieta y evitar consumir aquellos alimentos que noten que puedan empeorar la gravedad de su acné.

Un estudio reciente basado en el seguimiento de 47.335 mujeres, encontró una asociación positiva entre el consumo de leche descremada y el acné. Los investigadores especulan que la asociación puede estar causada por hormonas (como la IGF-I bovina) presentes en la leche de vaca; pero esto no se ha demostrado definitivamente.

 Por otra parte, el marisco puede contener niveles relativamente altos de yodo, pero probablemente no lo suficiente para causar un brote de acné. Las personas propensas al acné pueden evitar el consumo de alimentos de alto contenido en yodo.

 También se ha sugerido que hay relación entre una dieta alta en azúcares refinados y el acné.
Higiene personal deficiente. El acné no es causado por la suciedad; este malentendido probablemente procede del hecho de que el acné está asociado con las infecciones de la piel.

 De hecho, los bloqueos que causan el acné, ocurren profundamente, dentro el estrecho canal folicular, siendo imposible poderlos remover mediante un simple lavado. Estas erupciones se forman por las células y la seborrea creadas por el cuerpo humano.

Las bacterias involucradas en el proceso son las mismas presentes en la piel. El continuo lavado de la piel no solamente no reduce sino que en ocasiones puede llegar a empeorar un acné preexistente, debido a la posibilidad de que el jabón contenga sustancias comedogénicas (Entidad conocida como acné detergicans).

 Cualquier cosa por encima de un lavado suave, dos o un máximo de tres veces al día, puede empeorar las lesiones existentes e incluso provocar nuevas lesiones dañando o resecando la piel.

La comedogenia es la capacidad de causar o empeorar los comedones abiertos y cerrados, que son las lesiones características del acné, también denominadas vulgarmente puntos negros o barrillos, en el caso de los comedones abiertos, y espinillas.

 El acné es una alteración cutánea que se produce al combinarse tres factores: un incremento en la producción de sebo por la glándula sebácea; una hiperqueratosis a nivel del orificio pilosebáceo que lo obstruye, impidiendo la salida del sebo al exterior; y una proliferación de la bacteria Propionibacterium acnes a nivel de la propia glándula sebácea.

 Algunos productos cosméticos pueden favorecer este proceso debido a que contienen ingredientes potencialmente comedogénicos; sin embargo, la capacidad comedogénica de un producto cosmético también va a ser función de:

 La concentración de cada ingrediente en el producto cosmético terminado (los maquillajes contienen algunos ingredientes emolientes a concentraciones relativamente elevadas); las posibles interacciones de algunos ingredientes con otros que puedan incrementar su potencial comedogénico.

 O la presencia de ingredientes irritantes (como puede resultarlo el propylene glycol); y el factor tiempo de permanencia del producto cosmético sobre la piel tras su aplicación (como les ocurre a los maquillajes).

 Por lo tanto, es algo más complejo el valorar la posible comedogenia de un producto cosmético que la simple observación de que en su formulación aparezcan o no determinados ingredientes, siendo determinante la valoración experimental de cada producto cosmético durante un período suficiente.

De cualquier manera, sí se ha constatado el potencial comedogénico de algunos ingredientes cuyo empleo a concentraciones relativamente elevadas no parece recomendable en cosméticos destinados a pieles con tendencia a desarrollar acné.